(Mateo 6:26, NTV)
(Mateo 5:16, NVI)
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre,
sino por mí. (Juan 14:6, RV-60)
(Isaías 6:6-7, NTV)
Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
(Santiago 1:17, RV-60)
Tú haces que los manantiales viertan agua en los barrancos, para que los arroyos broten con fuerza y desciendan desde las montañas.
(Salmos 104:10, NTV)
¡Oh, Jerusalén, Jerusalén, la ciudad que mata a los profetas y apedrea a los mensajeros de Dios! Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina protege a sus pollitos debajo de sus alas, pero no me dejaste. (Lucas 13:34, NTV)
Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas, y si no te apartares de todas las palabras que yo te mando hoy, ni a diestra ni a siniestra, para ir tras dioses ajenos y servirles. (Deuteronomio 28:13-14, RV-60)
Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.
(Mateo 4:36, 42, RV-60)
Tú hiciste la luna, que marca las estaciones, y el sol, que sabe cuándo ocultarse. (Salmos 104:19, NVI)
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
(2 Timoteo 2:15, RV-60)
Hay una temporada para todo, un tiempo para cada actividad bajo el cielo. Un tiempo para nacer y un tiempo para morir. Un tiempo para sembrar y un tiempo para cosechar. (Eclesiastés 3:1-2, NTV)
Mientras me negué a confesar mi pecado, mi cuerpo se consumió, y gemía todo el día. Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa. Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al SEÑOR», ¡y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció.
(Salmos 32:3,5, NTV)
Dios te bendiga!
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